No todos los heroes llevan capa, algunos tienen un color marron caracteristico y muchas patas. Nos referimos a Lithobius forficatus conocido popularmente como ciempiés marrón o ciempiés de piedra.
Un discreto pero valiosísimo habitante del suelo. Este centípodo, lejos de ser una amenaza, cumple una función ecológica esencial: mantener el equilibrio en los microecosistemas del suelo al controlar poblaciones de insectos y otros invertebrados.
Su presencia suele pasar inadvertida, pero su trabajo como depredador de base es una de las razones por las que los jardines sanos prosperan sin necesidad de tanto pesticida.
Lo interesante de este especimen es que combina la rusticidad de un depredador eficiente con una sorprendente adaptabilidad a diferentes ambientes. Desde los bosques templados húmedos hasta los jardines urbanos de Europa o América. A lo largo de este artículo, descubrirás cómo reconocerlo, por qué es tan importante conservarlo y de qué manera puedes favorecer su presencia para mejorar la salud natural de tus suelos.
Clasificación Taxonómica
Aunque muchas personas lo confunden con un insecto, el ciempiés marrón pertenece a un grupo completamente distinto dentro del filo Arthropoda. Su morfología y su forma de vida lo ubican más cerca de los arácnidos que de las mariquitas o escarabajos.
- Reino: Animalia
- Filo: Arthropoda
- Subfilo: Myriapoda
- Clase: Chilopoda
- Orden: Lithobiomorpha
- Familia: Lithobiidae
- Género: Lithobius
- Especie: Lithobius forficatus
Esta clasificación no solo lo posiciona entre los grandes depredadores del microcosmos terrestre, sino que también resalta su papel como un artrópodo altamente especializado. Su cuerpo segmentado y sus quince pares de patas le permiten moverse con agilidad en suelos húmedos, musgosos o entre restos vegetales.
¿Qué es Lithobius Forficatus?
Lithobius forficatus es un miriápodo de la clase chilopoda y del orden Lithobiomorpha, comúnmente conocido como “ciempiés común de jardín” o “ciempiés europeo”. Aunque su aspecto pueda parecer intimidante, este pequeño depredador no representa peligro para las personas; su mordida apenas puede penetrar la piel humana.
El nombre Lithobius proviene del griego “lithos” (piedra) y “bios” (vida), literalmente “vida entre las piedras”, haciendo alusión a su hábito de refugiarse bajo rocas, troncos o capas de hojarasca. El epíteto “forficatus”, que significa “en forma de tijera”, se refiere a las últimas patas alargadas que sobresalen del cuerpo, dándole un aspecto distintivo.
Filogenéticamente, pertenece a una de las líneas más antiguas dentro de los artrópodos terrestres, lo que lo convierte en un fósil viviente en términos evolutivos. Este orden agrupa especies con adaptaciones precisas al suelo, como la segmentación corporal flexible y la respiración por espiráculos distribuidos lateralmente.
¿Sabías que cada segmento del cuerpo porta un par de patas, salvo el primero y el último? Esa configuración le da la coordinación y velocidad que necesita para cazar pequeños colémbolos, larvas o ácaros. Su rol dentro del orden Lithobiomorpha lo destaca como un modelo de eficiencia ecológica: discreto, veloz y perfectamente adaptado a mantener el equilibrio biológico en los ecosistemas del subsuelo.
Características de Lithobius Forficatus

Lithobius forficatus posee una morfología inconfundible si sabes en qué detalles fijarte. Su cuerpo aplanado dorsoventralmente está compuesto por entre 15 y 21 segmentos visibles, cada uno con un par de patas articuladas, lo que le permite moverse con una rapidez sorprendente en suelos húmedos y bajo piedras.
Su longitud oscila entre 18 y 30 milímetros, aunque algunos ejemplares pueden superar los 35 mm en condiciones favorables de humedad y alimento. El peso es ligero, apenas unos gramos, pero su estructura musculosa le otorga una fuerza considerable para su tamaño.
Su coloración varía entre tonos marrón rojizo y ámbar oscuro, adaptándose perfectamente a los tonos terrosos del sustrato, lo que le permite pasar inadvertido ante depredadores y presas.
Su cabeza es grande y brillante, con un par de antenas filiformes extremadamente sensibles que funcionan como radares para detectar vibraciones y olores. Los ojos, simples y dispuestos en grupos de seis a ocho ocelos a cada lado, le proporcionan una visión limitada, por lo que depende más del tacto y del olfato.
Las mandíbulas, o maxilas, son robustas y curvadas, diseñadas para sujetar y desgarrar presas pequeñas. Sin embargo, el rasgo más fascinante son sus forcipulas: patas delanteras modificadas en colmillos que inyectan veneno.
Este veneno, compuesto por una mezcla de enzimas proteolíticas y neurotóxicas, paraliza rápidamente a sus presas: insectos, larvas o colémbolos, permitiendo su digestión externa.
Cómo Diferenciarlo de Especies Similares
A simple vista, Lithobius forficatus puede confundirse con otros ciempiés del mismo género o incluso con especies del orden Geophilomorpha, más delgados y serpentiformes. Sin embargo, hay rasgos clave que lo hacen inconfundible.
El primero es su tamaño intermedio y cuerpo claramente segmentado con 15 pares de patas visibles; los geofilomorfos suelen tener más de 30 pares. Además, las patas posteriores de L. forficatus son más largas y apuntan hacia atrás, dándole un aspecto de “pinzas”, mientras que en otras especies son más uniformes.
Otro detalle distintivo está en la cabeza: los ocelos laterales dispuestos en forma semicircular son típicos del género Lithobius, mientras que especies del género Geophilus carecen completamente de ojos.
También puedes notar que el cuerpo de L. forficatus es más robusto y de color marrón cobrizo, a diferencia del tono amarillento o pálido de otras especies. Su movimiento es rápido y en zigzag, diferente al deslizamiento más uniforme de los ciempiés geófilos.
Si lo observas bien, verás que no emite olor ni secreciones defensivas perceptibles, un rasgo que también lo distingue de otros miriápodos terrestres. Así que la próxima vez que lo veas moverse entre las hojas, ya sabrás identificarlo sin dudar.
Distribución Geográfica y Hábitat
El ciempiés marrón tiene una distribución amplia que abarca gran parte de Europa, Asia templada y regiones introducidas de América del Norte y del Sur, incluyendo zonas urbanas y rurales. Su adaptabilidad le ha permitido colonizar desde jardines domésticos hasta bosques húmedos y praderas templadas.
Prefiere hábitats con suelos ricos en materia orgánica, moderadamente húmedos y protegidos del sol directo, como la hojarasca, el mantillo o el musgo bajo troncos caídos. En ambientes agrícolas, puede encontrarse en bordes de campos o composteras, donde abunda su alimento natural.
Los microhábitats que prefiere son espacios con microclimas estables: grietas del suelo, cavidades bajo piedras o madera en descomposición. Estos lugares mantienen la humedad y temperatura necesarias para evitar la desecación, su principal enemigo.
A pesar de ser una especie de climas templados, este ciempies muestra una gran plasticidad térmica, tolerando tanto inviernos fríos (hibernando bajo el suelo) como veranos secos si dispone de refugios húmedos. En ecosistemas urbanos, su presencia suele indicar suelos equilibrados y con buen contenido orgánico.
Biología y Ciclo de Vida
Reproducción y Etapas de Desarrollo
El ciclo de vida de Lithobius forficatus comienza con un ritual de apareamiento sorprendentemente delicado para un depredador. El macho deposita un espermatóforo una cápsula gelatinosa con esperma sobre el suelo, que la hembra recoge cuidadosamente con su aparato genital.
Después de la fecundación, coloca entre 15 y 50 huevos de color blanquecino en cavidades húmedas o bajo la hojarasca, cubriéndolos con secreciones para mantener la humedad. Este comportamiento maternal, aunque limitado, incrementa las posibilidades de supervivencia de las crías.
El desarrollo es directo: las crías emergen como versiones en miniatura del adulto, con menos segmentos y patas. A medida que mudan, completan su número definitivo de patas (15 pares).
En condiciones óptimas, alcanzan la madurez sexual entre los 2 y 3 años, y pueden vivir hasta 5 o 6 años, algo considerable para un invertebrado terrestre.
Alimentación y Depredación
Este ciempiés es un cazador oportunista. Se alimenta principalmente de pequeños insectos del suelo, larvas, ácaros, colémbolos e incluso gusanos blandos. Utiliza sus antenas para detectar las vibraciones de sus presas y sus forcipulas para inmovilizarlas con veneno.
Luego, las enzimas digestivas comienzan a descomponer los tejidos externos para que el centípodo succione los nutrientes. Este método de alimentación, conocido como digestión externa, le permite aprovechar al máximo presas más grandes que él mismo.
Hábitos Diarios y Estacionales
El ciempiés de piedra es estrictamente nocturno. Durante el día permanece oculto en microrefugios húmedos bajo piedras, cortezas o dentro del suelo para evitar la pérdida de agua. Al caer la noche, sale a cazar y explorar su territorio, utilizando sus antenas para orientarse en la oscuridad.
Su actividad está íntimamente ligada a la humedad ambiental: tras lluvias o en noches húmedas, se muestra especialmente activo, mientras que en épocas secas reduce su movimiento o entra en un estado de inactividad parcial.
En cuanto a los cambios estacionales, este ciempiés ajusta su comportamiento al clima local. Durante el invierno, busca refugio en capas más profundas del suelo, donde las temperaturas permanecen estables, mientras que en primavera y otoño muestra su máxima actividad predadora.
En regiones frías, puede entrar en una forma de letargo parcial, reactivándose cuando las condiciones vuelven a ser favorables. Si alguna vez remueves hojas húmedas en una mañana templada y ves correr uno, probablemente interrumpiste a este pequeño cazador en su ronda nocturna. Fascinante, ¿verdad?
Rol Ecológico del Ciempiés Marrón

Control Biologico de Plagas
El ciempiés marrón es un verdadero regulador natural de las poblaciones de insectos del suelo. Su dieta es tan variada como precisa: se alimenta de larvas de dípteros como la mosca del mantillo (Bradysia spp.), una de las principales causantes de daños en semilleros y macetas, y la mosca del estiércol (Scathophaga stercoraria), que prolifera en suelos ricos en materia orgánica en descomposición.
También depreda con frecuencia larvas de mosquitos del género Culex, especialmente las que se desarrollan en suelos encharcados, y larvas de polillas del género Agrotis, conocidas como rosquillas negras, que cortan plántulas al nivel del suelo.
Entre los escarabajos fitófagos que controla se incluyen larvas de escarabajos del género Otiorhynchus (gorgojos de la vid y del laurel) y de Melolontha melolontha (gusano blanco), responsables de daños en raíces de hortalizas y ornamentales.
Además, consume ácaros del suelo del género Rhizoglyphus, que atacan bulbos de cebolla y ajo, así como colémbolos (Folsomia candida) que, en altas densidades, pueden dañar raíces finas.
Incluso se ha observado que consume huevos de babosas y caracoles pequeños, reduciendo indirectamente la presión de herbivoría sobre las hojas tiernas.
Su eficacia como controlador biológico radica en su hábito nocturno y su capacidad para cazar en ambientes húmedos donde otros depredadores no pueden acceder.
Reciclaje de Materia Orgánica
Aunque no se alimenta directamente de materia vegetal en descomposición, Lithobius forficatus participa activamente en el reciclaje del suelo al fragmentar y movilizar restos orgánicos durante su desplazamiento.
Al excavar, remover y desplazarse entre la hojarasca, favorece la aireación y el mezclado de las capas superficiales, facilitando la actividad de bacterias y hongos descomponedores. Este movimiento constante genera microcanales que mejoran la infiltración del agua y la oxigenación del suelo, dos factores clave para mantener una microbiota saludable.
Además, al consumir pequeños invertebrados necrófagos, evita la proliferación de organismos que podrían generar desequilibrios o patógenos secundarios. En términos ecológicos, actúa como un “facilitador” del reciclaje trófico: regula las poblaciones que intervienen en la descomposición y acelera la reincorporación de nutrientes esenciales al sustrato.
Compatibilidad con otros Agentes de Control Biológico
Una de las ventajas más notables del ciempiés marrón es su alta compatibilidad con otros agentes de control biológico. A diferencia de depredadores más especializados, este centípodo no compite directamente con insectos beneficiosos como las mariquitas (Coccinellidae), las crisopas verdes, las tijeretas (Forficula auricularia), o los escarabajos carábidos (Carabus spp.), ya que ocupa un nicho distinto: el subsuelo.
Su ámbito de acción es complementario, actuando sobre plagas edáficas mientras otros insectos controlan las poblaciones aéreas o superficiales.
También convive pacíficamente con lombrices de tierra y colémbolos detritívoros, organismos fundamentales para la fertilidad del suelo.
Su presencia no interfiere con hongos entomopatógenos ni nematodos usados en el control biológico, lo que permite integrarlo de manera natural en programas de manejo agroecológico. En síntesis, puede coexistir con la mayoría de los aliados del agricultor sin causar desequilibrios, funcionando como un engranaje más en la maquinaria natural del suelo.
Cultivos Beneficiados por el Ciempiés de Piedra

La acción predadora del ciempiés de piedra resulta especialmente beneficiosa en cultivos hortícolas y ornamentales donde las plagas subterráneas suelen ser un problema recurrente. Hortalizas como la lechuga (Lactuca sativa), la zanahoria (Daucus carota), la papa (Solanum tuberosum), el rábano (Raphanus sativus) y la remolacha (Beta vulgaris) se benefician de su presencia, ya que este ciempiés ayuda a reducir las larvas que atacan las raíces.
También se ha observado su efecto positivo en cultivos de fresas y plantas aromáticas, donde limita la proliferación de gusanos del mantillo.
En invernaderos y macetas, su función se mantiene intacta, aunque suele pasar desapercibido. Si mantienes un sustrato con buena humedad y sin químicos agresivos, es probable que L. forficatus se instale de manera natural y colabore en mantener tus plantas libres de plagas.
Incluso en cultivos de flores como geranios, petunias y begonias, su actividad nocturna evita que las larvas de mosca del suelo dañen las raíces más delicadas. ¿Quién diría que un pequeño depredador del subsuelo podría convertirse en un aliado silencioso de tus plantas favoritas?
Estudios Sobre su Veneno y Defensas
El veneno de Lithobius forficatus ha sido objeto de múltiples estudios en Europa debido a su composición química singular. Investigaciones han identificado una combinación de péptidos neuroactivos y enzimas hidrolíticas similares a las de los arácnidos, con capacidad para inmovilizar pequeños invertebrados en segundos.
Sin embargo, su toxicidad hacia humanos es prácticamente nula: una mordida solo causaría una leve irritación comparable a la picadura de una hormiga grande. Estas moléculas están siendo analizadas por su potencial uso en farmacología y biotecnología, especialmente en el desarrollo de biocidas selectivos y agentes antimicrobianos naturales.
En cuanto a sus sistemas defensivos, este ciempies confía más en la velocidad que en la agresión. Ante una amenaza, adopta una postura arqueada, levanta las patas posteriores y se retira velozmente hacia una grieta o bajo la hojarasca.
Su coloración terrosa le sirve de camuflaje, y en casos extremos puede desprender las patas traseras para distraer a un depredador, una estrategia conocida como autotomía.
Preguntas Frecuentes
¿Qué tan común es Lithobius forficatus?
Es una de las especies de ciempiés más comunes del hemisferio norte. Si vives en una zona templada y tienes un jardín, compostera o suelo con materia orgánica, es casi seguro que ya convives con él. Suele encontrarse bajo piedras, troncos húmedos o entre hojas caídas.
Su abundancia depende de la humedad y la cantidad de presas disponibles. Cuanto más natural y equilibrado sea tu jardín, más probable será que el ciempiés de piedra lo habite sin que lo notes.
¿Puede morder o causar daño?
Aunque posee forcipulas con veneno, el ciempiés marrón rara vez intenta morder a los humanos. Su tamaño y potencia no son suficientes para atravesar la piel, por lo que los encuentros son totalmente inofensivos.
En casos muy excepcionales, si se manipula bruscamente, puede provocar una sensación leve de ardor o picazón local, sin consecuencias médicas. En realidad, este pequeño cazador prefiere huir antes que atacar. Así que si lo ves correr por tu maceta o jardín, no lo elimines: solo está haciendo su trabajo como depredador natural.
¿Cómo puedo atraerlo o protegerlo en mi jardín?
Fomentar la presencia de Lithobius forficatus es sencillo si mantienes un entorno favorable para la vida subterránea. Evita los pesticidas químicos, conserva una capa de hojas secas o mantillo sobre el suelo y mantén una humedad constante, especialmente en climas secos.
Colocar pequeñas piedras o trozos de corteza puede ofrecer refugios perfectos. Si tienes una compostera o zona de residuos orgánicos, este centípodo la convertirá en su hogar ideal.
Protegerlo significa entender que forma parte del equilibrio natural. Un suelo con vida, con lombrices, colémbolos y centípedos, es un suelo fértil y autorregulado. Así que la próxima vez que levantes una piedra y veas uno de estos pequeños corredores rojizos, ¡felicítate! Significa que tu jardín está vivo y que estás promoviendo un ecosistema saludable sin necesidad de químicos.


